Como dije
anteriormente, me han resultado importantes la mayoría de las explicaciones de
este libro, pero quiero resaltar las que más me han interesado.
Para mí, lo más
significativo de esta lectura han sido las explicaciones sobre cómo se organiza
el aula, qué actividades se realizan, cómo se les invita a los niños/as a
participar en sus temas propuestos, el uso del material, cómo se crean los
centros de interés… Creo que es lo que más me aporta, ya que no se queda en una
vaga teoría, sino que explica la práctica misma, y esto me ha dado muchas ideas
que me gustaría poner en práctica. Ha sido muy interesante imaginar cómo
transcurre un día cualquiera, cómo intentan que cada jornada sea distinta,
mostrando además los problemas que surgen, la imprevisibilidad de los niños, la
gran creatividad de éstos…
En relación con lo anterior, me llamó
mucho la atención lo siguiente. Rebeca explica la anécdota de que un buen día surge
la pregunta “¿Por qué existe el aire?”. Ella se quedó un poco bloqueada, sin
saber qué decir, pero rápidamente los niños comienzan a dar respuestas
interesantes, con una gran lógica y naturalidad. Con esto queda claro que “el
maestro debe crecer de sus alumnos, ganando aspectos nuevos e interesantes del
mundo.” Normalmente, los adultos pensamos que los niños son ignorantes, que no
saben nada. Lo cual me recordó a unas entrevistas que nos mostró un profesor de
magisterio. Eran preguntas sobre temas muy generales que se las habían
formulado a adultos y a niños, pero él no nos dijo esto hasta el final. Fue
sorprendente ver que sus explicaciones eran muy parecidas, casi exactas. Todos
los compañeros de clase nos quedamos alucinados. Con esta curiosa clase nos
quiso introducir el libro Cómo trabajar con las ideas de los alumnos, de Rosario Cubero.
Por otro lado,
los adultos también “creemos que el niño utiliza el lenguaje del mismo modo que
nosotros, pero el niño entre 6 y 14 años no habla el “mismo lenguaje” que
nosotros, por eso muchas veces entramos en conflicto.” Para mí esto ha sido uno
de los grandes descubrimientos del libro y creo que es algo muy importante y
muy difícil saberlo llevar a la práctica.
¿De qué modo entonces aplicar el lenguaje?, ¿Cómo y qué decirle al niño
para que nos entienda?, por ejemplo, para inculcar las normas de la escuela,
para que sepan que no deben molestar a sus compañeros…
Me ha parecido
especialmente significativo que “el niño como organismo en desarrollo debe
tener sus necesidades cubiertas si se quieren evitar problemas posteriores”
(necesidades auténticas, no sustitutivas),
normalmente (cómo les pasó al principio a Rebeca y Mauricio) los adultos
queremos que los niños se adapten a nuestras necesidades y no al contrario. Por
ello, la autora pone en práctica un currículum triple, y el primero de éste se
basa en el interés personal del niño, su necesidad de moverse, de amar y ser
amado. Es decir, en las necesidades básicas para el desarrollo del niño. El
segundo currículum, parte de las etapas de desarrollo y el tercero de la
conexión con las experiencias de otras
personas y el encuentro de una cultura.
De este modo, cultiva el mundo interior. “Sin una vida interior activa y sin la
conciencia de su propia humanidad, el hombre carece de las cualidades
específicamente humanas”. “En nuestros planes de estudio hay una gran laguna
respecto al trato con los mundos internos.”
Otra frase que,
en mi opinión es esencial es: “el objetivo de este tipo de aprendizaje (una
programación procedente de lo exterior) no es conseguir un desarrollo armónico,
sino que más bien se orienta según las
determinadas expectativas de la sociedad, la cual, a fin de adaptar el
individuo a sus valores, no se avergüenza de utilizar técnicas de condicionamiento”.
No creo que necesite aclaración ninguna, pero voy a ilustrarla con esta imagen:
En uno de los
últimos capítulos habla brevemente de la evaluación que se efectúa en la
escuela tradicional, que se basa en poner una cifra numérica a los alumnos que
no significa nada. Personalmente, estoy totalmente en contra de dicha evaluación.
Cuando estudié magisterio, daban mucha importancia a la evaluación, pero lo que
a mi me enseñaron es que debe ser método de valorar al profesor mismo (si ha
introducido bien los contenidos, si están correspondidos con los objetivos, si
los alumnos han entendido dichos
contenidos sin problema…) Pero esta no es la realidad.
Me resultaron
llamativas las “terapias” que han llevado a cabo con los niños, en las que han
sabido sacar los traumas o los problemas de cada uno, y mediante el llanto
muchos expulsaron el dolor que hacía años tenían guardado. Además, es fabuloso
ver las experiencia que han obtenido con los niños discapacitados Pero también
nos habla de la hiperactividad; dice que “Peter Schrag y Diane Kivoky han
desenmascarado la hiperactividad como un mito e informan de que el número de
niños que no se adapta a la norma general y que por eso, se sospecha que sufren
cierta anormalidad crece sin cesar.” Hace poco oí en el programa Salvados de la Sexta (ver abajo), que dicha
enfermedad se ha creado para vender nuevos fármacos. Esto me parece realmente
indignante y creo que se debe denunciar. Rebeca afirma: “niños tachados de
hiperactivos que cambian de una escuela tradicional a una escuela activa,
muchas veces ¡basta con una semana para que pierdan los síntomas típicos de su
enfermedad!”. De nuevo resulta evidente que, en España estamos retrasados,
también en este asunto.
Para finalizar
quiero resaltar la bella metáfora que emplea la autora “si nos presentamos con
los niños con toda nuestra talla y fuerza, para ellos somos como rocas contra
las que chocan las espumosas y altas olas del mar, para después retirarse lo más
rápido posible (…) Entre las dos fuerzas únicamente se produce un breve
contacto. El mar ahueca la roca pero deja muy poco de sus propios tesoros. En
cambio, cuanto más llana sea la playa, más duradero e íntimo el contacto entre
el agua y la tierra. Poco a poco, la fuerza de las olas se adapta a la forma de
la playa, y después de cada marea quedan depositados en la arena los tesoros
más sorprendentes de las profundidades del mar. También la playa cambia su forma
con la entrada de la marea, pero se trata de un pacífico dar y tomar.”
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